Aunque muchos pensarán que la historia sobre la oscuridad relatada anteriormente puede contener metáforas o escenas de ficción, pues no es así; el loco la describió tal y cómo sucedió. Cerremos ese capítulo y continuemos.
Cada cierto tiempo, el loco enviaba mensajes en botellas a Rodo, pidiéndole visitarla en la Isla de Rodas, aunque sólo fuera por un fin de semana. Quería volver a verla, no esperaba nada más. Para él, era empezar, volver a comunicarse, a conocerse, pero al parecer, todo tiene su ciclo.
Ese tipo de comunicación al azar no era sana, el loco lo sentía pero ¿qué podía hacer? El siempre respetó espacios, aprendió eso mucho tiempo atrás. Se acordó de las palabras de la bruja blanca: “No presiones, deja que fluya” y es por ello que esperaba una invitación como respuesta, pero al parecer, se perdían en las olas o no despegaban de las orillas de Rodas. El tiempo pasó, el loco entró en un círculo e hizo una jugada que tendría un desenlace.
Llegó al pueblo un trovador cuyas canciones le gustaban mucho, entonces envió una señal de humo a Rodo. Esta vez no era una botella, eran simples bocanadas. El quería que Rodo viniera al pueblo para ver juntos al trovador y disfrutar de sus canciones como lo vio en sueños anteriormente que sucedió, con otro par de cantantes en el coliseo principal.
No sabía si a Rodo le gustaba la idea de venir y compartir con él ese mágico momento. Sólo esperaba un mensaje claro y directo. El día que se presentaba el trovador, recibió como respuesta, una botella con un papel en blanco. No era casualidad, al parecer Rodo había decidido retirarse.
El loco se entristeció mucho. Se había preparado para ese momento, pero eso no impidió que sintiera un vacío en el corazón. Se dijo ¿quizás sea lo mejor? Pero tenía una duda mucho más grande ¿por qué era tan difícil comunicarse de manera directa?, Todavía no estaba listo para entender esa decisión, ni esta última interrogante.
Deja de castigarte, acepta las cosas tal y como se presentan y disfruta del amor.