• 29-August-2020

11. Un taller de enseñanza y aprendizaje

El loco continuó con su trabajo. Entre el compás, reglas y lápices, se entretenía dibujando los utensilios de madera que construiría y en su pensamiento, le enviaba bendiciones a Rodo a la distancia.

Tiempo atrás, un comercio de artesanía lo había contratado para dirigir un equipo de jóvenes aprendices ¡Le encantaba ese escenario! Se volvió a encontrar con la enseñanza, que había dejado atrás y la divinidad le regalaba una segunda oportunidad. Disfrutó muchísimo esa época que duró casi 3 años, pero como indiqué anteriormente, todo ciclo de vida se cierra, para darle paso a uno nuevo. El loco guardaba bellos recuerdos, pues muchos aprendices se convirtieron en carpinteros, se labraron el futuro y él con satisfacción y orgullo, sus logros.

Cuando él también era aprendiz, conoció a un carpintero muy famoso de otra ciudad, que lo llevó de la mano, le enseñó a pulir la madera, a reconocer cuál era mejor para una banca, para un lecho, para una caja de herramientas. Era increíble el grado de desprendimiento que tenía ese señor por transmitir sus conocimientos. Cada vez lo perfeccionaba en el arte de la carpintería. Corregía no sólo su trabajo, sino su conducta.

El loco recuerda que en una oportunidad le llamó la atención diciéndole: “Eres excelente, tienes una capacidad para resolver problemas y proponer soluciones muy difíciles de hallar, pero, a veces lo que haces con la mano derecha, lo borras con la izquierda”.

Una década después, un grupo de teatro visitaba el pueblo y en una puesta en escena, el loco volvió a recordar lo que le dijo su maestro de profesión, debido a que en los diálogos, el actor rey le decía al actor vasallo: “todo lo que viene antes del “pero” no sirve”. Listo! Ese era el mensaje que esperaba, para cerrar la enseñanza de su antiguo maestro: el loco debía aprender humildad, no debía recordar los halagos que le hizo, sino sus debilidades para corregirlas, por ello tuvo tropezones, retrocesos y situaciones no concretadas en su oficio y en su vida.

Hasta ahora, el ego salta de vez en cuando, pero el loco ya aprendió a identificar cuando quiere hacer su aparición y lo calla, lo transforma pidiéndole “perdón” a la divinidad y que lo cambie por “sumisión”. Así siente que el tirano se calla y desaparece.

El loco guarda un agradecimiento muy especial a su maestro directo, pues no solo le enseñó a utilizar las herramientas de carpintería y a trabajar la madera, sino que también pudo comprender que el conocimiento es universal y que es nuestro deber compartirlo sin esperar algo a cambio. Él pudo constatarlo más adelante, cuando emprendió el camino hacia una enseñanza antigua y discreta. 

La sabiduría y el conocimiento son regalos.

La gratitud es el sentimiento que más humildad concentra y más amor expande.