• 29-August-2020

15. Cuando el discípulo está listo aparece el maestro

Los maestros eran de origen oriental. Al ingresar, saludaron con afecto a Ranmma y con sonrisas a la bruja blanca y al loco. Se sentaron, sólo aceptaron una taza de té y agradecieron la invitación. El más joven hablaba la lengua común y traducía lo que su padre comunicaba. Todo esto fue muy raro para el loco. Primero ¿Por qué se sentían agradecidos, si eran los primeros quienes los habían llamado? Y segundo, ¿Qué extraña luz rodea a estos personajes? Transmitían una paz que es increíble de describir.

El loco se sentía intimidado. Normalmente estaba acostumbrado a manejar las reuniones en las que participaba, pero esta vez calló, se vistió de humildad. El mayor de ellos lo observaba cada cierto tiempo y se sonreía con él, al parecer estaba estudiándolo.

Ranmma, minutos antes de su entrada le dijo al loco que ellos acostumbran visitar a las personas que quieren iniciarse en ese viaje, para poder evaluar si estaban preparadas.

Durante la conversación preliminar, el loco sintió nerviosismo, quería que lo recibieran. El maestro mayor sólo hizo tres preguntas, el más joven interpretaba:

¿Saben lo que es LA VERDAD?
Sólo lo que Ranmma les había explicado.

¿Creen en la reencarnación?
La respuesta era la esencia de la bruja blanca. Ella siempre hablaba de ello con el loco desde su reencuentro y después de varias lunas ya lo había empezado a comprender, así que las palabras salieron del corazón sin encontrar resistencia: “Sí”.

¿Por qué quieren aprender LA VERDAD?
“Porque en mi interior sé que hay algo más, así lo siento” fue la respuesta del loco.

Los maestros respondieron: GRACIAS. Se levantaron con cordialidad en sus movimientos, se despidieron y le pidieron a Ranmma que por favor los acompañara a su carreta para regresar a su pueblo.

La bruja blanca y el loco se quedaron hipnotizados. Hubo un enorme silencio hasta el regreso de Ranmma, quien al entrar se sonrió y dijo: “Empezamos el próximo cuarto día a la hora de la luna”.

El loco, quien arrastraba los rasgos del comercio con el conocimiento, le preguntó cuántas monedas debía llevar a lo que Ranmma le respondió:

“No, ellos no lo hacen por eso, estarían empañando su verdad. Lo único que te pedirán a cambio, es que trasmitas de la misma manera lo poco o mucho que vayas aprendiendo”.

El loco se sintió avergonzado, les agradeció a ambos porque pudo sentir que inconscientemente lo habían preparado para ese momento. Sirvieron jugo de uvas y se sentaron a compartir las expresiones de tan enigmática reunión.

Ese día el loco aprendió dos grandes lecciones:

“No se debe cobrar monedas de oro a cambio del conocimiento” y
“Los seres humanos podemos hacer grandes cosas sin esperar recompensa a cambio”.

Al irse a descansar, el loco estaba feliz y soñó con Rodo. Ya lo había hecho antes pero esta vez era diferente:

“Se vio en un camino de piedras rumbo al mar donde había bastante gente. El sabía que Rodo estaba entre la multitud así que no se detuvo a mirar a los presentes. No quería distraerse, no era necesario hacerlo, él solo quería verla; la encontró sentada en una roca sola, ella lo miró, se levantó, lo recibió con una enorme sonrisa, pero se quedó quieta y él, sólo corrió a abrazarla fuerte”.

Más adelante, el loco comentó en una clase el sueño que tuvo. Cuando llegó el momento sintió la necesidad de hacerlo y a su tiempo, los maestros le enseñaron a abrazar el espíritu, sin importar la distancia física y a canalizar la conexión espiritual existente entre los seres.

La verdadera espiritualidad es hacer de cada momento de la vida, un momento de acción de Gracias.
Paulo Coehlo