Como expliqué anteriormente, el loco tenía un compromiso programado para esos días pero no le importaba. Él ya sabía que LA VERDAD lo quería recibir y que movería la energía para que así fuera. Al día siguiente de la reunión con los maestros, se acercó donde la mujer principal que dirigía el taller y le comunicó que iba a empezar clases todos los cuartos días a la hora de la luna. Ella aceptó y decidió que las reuniones de revisión se llevaran a cabo los primeros días, para no interrumpir con ello y envió palomas mensajeras a las demás mujeres para que planificaran sus oficios. El loco le agradeció, todo estaba arreglado.
Llegado el día, entraron al santuario los tres alumnos. Por fuera no parecía serlo, era muy bonito, natural y bien arreglado. Al loco le agradó muchísimo, no era como los templos fastuosos que se acostumbra ver en los pueblos. Por las mañanas, los maestros servían comida sin animales cocinados en ella y por la noche, era centro de enseñanza.
Les pidieron que se sentaran con los demás iniciados. Era aproximadamente un grupo de diez personas alrededor de una gran hoguera. En la cabecera principal se encontraban los maestros anteriores y uno más. En otras dos fogatas separadas e individuales había también maestro y alumno estudiando, a lo que Ranmma dijo que ellos estaban más avanzados en el aprendizaje.
Los maestros pidieron que cada uno se presentará con los demás: dieran su nombre, su oficio y por qué lo practicaban, el nombre de sus padres y qué esperaban aprender en estas sesiones. Es increíble cómo con estas simples preguntas se puede conocer el interior de las personas, sobre todo con la última.
Terminado ese acto, la pregunta fue si en algún momento habían leído o escuchado sobre la reencarnación. Cuando llegó el turno del loco, respondió más o menos así:
“Mi abuela paterna, quien aún vive, tuvo mucha paciencia para instruirme en la lectura. Desde pequeño me entretenía muchísimo con cuentos ancestrales y de la época. Mitología griega y persa eran mis favoritas, pero de adolescente cayó en mis manos un enorme libro de historias cortas celta. Me fascinó, no me cansaba de leerlo y aunque no las recuerdo con claridad, la experiencia de esas leyendas me envolvió en demasía. Unos días después, soñé que estaba sentado bajo un árbol, descansaba mientras pastaban las ovejas, era un extenso campo verde y en otro momento soñé que observaba el mar ¡¡era hermoso!!”
El maestro mayor preguntó con el joven traduciendo:
¿Y por qué crees que debías contarme sobre ello?
El loco respondió: “porque siento que era Irlanda y que fue hace muchísimo tiempo atrás. No puedo explicar cómo lo sé, la sensación que siento al sólo mencionar el nombre de ese lugar, es indescriptible” dijo casi sollozando y con los ojos humedecidos de la emoción.
El maestro manifestó: “Es porque así fue, se encuentra grabado en tu subconsciente. Debes haber sido muy feliz en esa vida”.
Hasta ahora al recordar esa respuesta el loco se llena de una inmensa alegría interior. Pudo así, tal vez, encontrarle sentido al sueño con Rodo, descrito anteriormente.
Se sintió completo, no tuvo la necesidad de decir nada más, calló y se limitó a escuchar las historias de los demás.
La bruja blanca y Ranmma hablaban sobre sus vidas pasadas en la India, con una tranquilidad como si estuvieran plenamente convencidos de ello. Habían roto hace mucho tiempo el concepto de racionalidad y lógica, que tenemos producto de las creencias actuales, paradigmas mentales los llaman.
El maestro mayor terminó diciendo: “Todos estamos envueltos en la rueda de la vida, esta sube y baja según las acciones y emociones, es eterna y repetitiva. Si nos acompañan, aprenderán primero a cambiar su destino para bien y más adelante -aunque quizás no alcance en esta vida- romper el círculo kármico y encontrar iluminación”.
El loco no entendió absolutamente nada de ese enorme mensaje, pero por fin encontró lo que siempre había buscado y que muy en su interior sabía: que en el conocimiento se encuentra la verdadera respuesta y que si bien es cierto la fe mueve montañas, ambos ríos están en el conjunto de las fuerzas más poderosas del universo.
Finalmente, todos se despidieron con un abrazo sincero y bendiciones hasta la siguiente reunión, en la cual empezarían a estudiar los tratados de la verdad.
Los tres socios de la conquista se subieron a la carreta. El loco los dejó en la cueva de la bruja blanca, se retiró y antes de dormir, repasó detalladamente cada momento de esa reunión tan intensa, sobre todo la emoción de recordar a la verde Erín. Le agradeció a la divinidad por ese regalo, por su vida, por su familia y amigos cercanos y sobre todo por Rodo, quien fue la pieza fundamental para despertar su conciencia: Si ella no hubiera aparecido en su vida y no se hubiera marchado sobre las olas, ÉL TODAVÍA CONTINUARÍA DURMIENDO.
Al igual que la vela no puede arder sin fuego, el hombre no puede vivir sin vida espiritual.
Buda