En el primer cuarto día a la hora de la luna, el loco se acercó a sus clases. Como las anteriores, Mulán sacó el pergamino del nuevo tratado. A todos les llamó la atención que el título sea “El disgusto” y que sea un capítulo extenso de leer. Más adelante el loco comprendió por qué era así. Empecemos con las anotaciones:
“Cuando una persona ocasiona problemas a otra, alguna razón tuya de ésta o de vidas pasadas tendrá para hacerlo.
Esto despierta el concepto de aceptación”.
“Si no cambiamos nuestra conciencia a través de ejercicios positivos repetitivos, ante cualquier situación negativa, volverá a suceder lo mismo y así, retrocedemos espiritualmente”.
“El 95% de nuestra reacción, está basada en nuestra subconsciencia”. Cultivemos pensamientos positivos a través de nuestra conciencia (5% restante), la cual tiene la facultad de grabar en el subconsciente, con patrones repetitivos de acciones. La subconsciencia no es capaz de discernir, sino de almacenar. Por ello, la reacción es instintiva. Debemos reflexionar sobre nuestros pensamientos y actos, para poder educar nuestra mente”.
“Para limpiar nuestros pensamientos, podemos realizar un autodiagnóstico constructivo sobre nuestra forma de actuar reflexionando y aprendiendo a evitar canalizar lo negativo. Esto ayuda a modificar nuestro subconsciente”.
“En vez de la meditación, debemos practicar “la meditacción”, es decir que debemos educar el comportamiento de nuestra mente en las acciones cotidianas de la vida”.
“Los temores a la incertidumbre, crean un escudo impenetrable en la gran mayoría y utilizan el disgusto como arma de ataque. Si queremos descubrir su interior, debemos actuar con amor y comprensión”.
Se hizo una bella pausa y Mulán dijo: “Para alcanzar un corazón de alegría, primer escalón en las etapas de crecimiento espiritual, debemos evitar generar el corazón de disgusto” y a continuación regaló un Dharma que fue legado por un antiguo maestro, quien lo recibió de un ángel de Dios:
- “Al ver los errores ajenos, no generar el corazón de disgusto”.
- “Al recibir una crítica, no generar el corazón de disgusto”.
- “Al asumir una responsabilidad en nuestra vida, no generar el corazón de disgusto”.
- “Al encontrar un fracaso, no generar el corazón de disgusto”.
- “Al estar agotado, no generar el corazón de disgusto”.
- “Al ser torturado, no generar el corazón de disgusto”.
- “Al perderlo todo, no generar el corazón de disgusto”.
Siete principios de sanación muy importantes. Luego Mulán mencionó sobre el misterio del número 7, el cual desde la antigüedad es considerado como mágico y perfecto. Por ello, el número del anticristo es 6 6 6, pero no seiscientos sesenta y seis, que fue un error de traducción literaria al transcribir la biblia sino 6 - 6 - 6: es decir, por más que lo quiera intentar, nunca será 7. En varios versículos del libro del apocalipsis aparece el número 7 reflejando lo perfecto.
Como tarea, Mulán nos indicó que debemos reflexionar sobre este Dharma de sanación e incluirlo en nuestro actuar diario hacia lo demás. Cuando se encuentre grabado en nuestro subconsciente y actuemos sin disgusto de manera instintiva o habitual, estaremos sumergiéndonos en la gratitud, un bello componente del amor.
Es pobreza de espíritu obstinarse en devolver el daño que se ha recibido.
Nietzsche