Al finalizar la lectura de un tratado, la familia de aprendizaje departía con el maestro sobre diversos temas. El loco anotó algunos puntos que llamaron su atención:
“Me imagino que han oído hablar de la famosa fórmula de Albert Einstein E=mc2 ¿sabían que también tiene su connotación espiritual? Preguntó Mulán.
Ranmma se sonrío y respondió: Si, es conocida, pero no comprendo. Pensé que hacía referencia a las leyes de la física.
Mulán respondió: “Por supuesto, pero también se conecta con el universo y nosotros somos parte de él. Revisemos:
E es igual a energía, el pensamiento genera vibraciones, es decir crea energía.
M es igual a materia, la misma que se visualiza en una situación o evento físico y palpable.
C2 es igual a la velocidad de la luz al cuadrado, que es similar a la reacción instintiva y expansiva al cuadrado.
En resumen, todo lo que pensamos de manera positiva o negativa va a crear una situación (materia) y reacción (velocidad de propagación al cuadrado).
No sonreímos ante la interpretación y luego Mulán indicó:
“¿Ahora, pueden decirme el significado de la palabra comodidad?
El loco dijo: “Bueno, algo que hace la vida más fácil”
Mulán expresó: “Separémosla: Como/ di/ dad, Como Dios te da, tú también da”. Ya deberían poder interpretar esa pequeña analogía, luego de profundizar sobre la ley de causa y efecto”. Era cierto. El loco la anotó en su pergamino para recordarla e hizo referencia a que si recibes algo bueno haciendo tu estancia en vida más confortable (karma positivo), debes generar la misma reacción en los demás (efecto positivo).
“Y para finalizar, dijo Mulán; existen dos posiciones opuestas. Imagínense un rincón de pelea donde se encuentra:
En una esquina, la frustración; que reúne tu necesidad de afecto, baja autoestima, exceso de control, sentimiento de abandono, temores infundados, depresión o ansiedad. Y en otra, la felicidad; que reúne dar amor, perdonar, agradecer, aceptar, soltar, ir ligero, mantenerte presente.
Entonces, el individuo se encuentra en el centro y ante un factor externo pone mucha mente. La acción analítica extrema empaña la comunicación con su interior y lo dirige a la primera esquina, pero se olvida de algo que no puede ser capaz de entender: su espíritu desea la felicidad porque es una chispa divina de la creación, el interior sabe que esa vida es pasajera, que vino a disfrutar, a crecer, conoce que el instante de tiempo se convertirá en pasado y que regresará nuevamente a la vida para continuar evolucionando. Como consecuencia de esa tirón de un lado hacia otro (conflicto interno) cae en un bucle”.
La bruja blanca después de meditar preguntó “¿pero, cómo sales?”.
“La única fuerza capaz de arrancarte de esa remolino de emociones y sentimientos encontrados, se llama “Optimismo”. Trabaja en construirlo, revisa la Ley de la atracción si deseas, pero una recomendación; si no superas el entendimiento y aplicación de la ley de causa y efecto, jamás podrás invocar aquella ley universal. Tu mente los volverá a dirigir hacia la frustración, tu ausencia de fe se incrementará y se llevará tus ganas de vivir, te dañarás y harás daño a los demás, retrocediendo en tu aprendizaje espiritual.
Hazlo simple; sé feliz y convéncete cada segundo de que lo mereces”.
Gracias, antes que me olvide, quiero comentarles algo para que mejoren su comunicación, aunque a este nivel de aprendizaje suene repetitivo:
“El lenguaje escrito o hablado emite vibración y es percibido por todos los seres vivos de la creación. Sean cuidadosos cuando se dirigen a ellos. Piensen, hablen y escriban con amor”.
Muchas gracias y nos vemos la siguiente clase” se despidió Mulán.
Todo pensamiento, palabra y acción emite vibración y construye esta vida y las siguientes.