• 30-August-2020

59. Tratado VI: La Relación entre Dios y El Espíritu – Parte 3

En la siguiente reunión, se continuó esclareciendo la relación entre Dios y el espíritu que habita en nosotros. Entonces Mulán prosiguió con las siguientes analogías:

“Dios es infinito y tenemos una imagen semejante. Esta se encuentra dentro de nosotros y se llama espíritu o esencia y nunca morirá.

Imaginemos que Dios es como la semilla de una manzana que se encuentra dentro de la tierra y en principio no se puede ver; pasado el tiempo forma su raíz, su tallo y se convierte en un árbol de hermosos frutos. Ahora preguntémonos ¿Dónde está la semilla que se ha sembrado? Así al cabo de unos años da frutos. Cuando cosechemos unas manzanas, al partirlas veremos varias semillas y éstas darán nuevos frutos.

Esto es un proceso parecido a cómo Dios o la Divinidad nos dio el espíritu; por eso somos llamados hijos de Dios.

Ahora, el contorno de la manzana, representa al cuerpo físico, la carne del fruto al karma y la o las semillas al espíritu.

Recordemos nuestras instrucciones hasta este momento. Para regresar al reino del cielo debemos quitar la carne del fruto (temperamento, ira, codicia, vanidad, orgullo, apegos, etc…).

Podemos deducir entonces que la Divinidad tiene amor y piedad por sus hijos (formamos parte del todo) y nos ha dejado el Dharma para poder encontrar el camino de regreso al cielo. Continuemos:

“Como un niño que se pierde en el bosque y se encuentra solitario, nervioso, temeroso de la noche y las bestias que lo acechan. Sus padres también están preocupados y con miedo a perderlo. Un niño inteligente, se las ingenia para encontrar el camino a casa y por otra parte un padre responsable avisará a toda la comunidad y saldrá en búsqueda de él.

Nosotros somos ese niño inteligente y el padre responsable es Dios. Cuando el niño no puede encontrar el camino a casa, continuará reencarnando hasta que su espíritu encuentre la verdad, rompa esa rueda y ascienda al cielo”.

Dios nos hizo a su semejanza en espíritu (no en carne).