• 30-August-2020

61. Historia del egoísmo

Un día, Buda Shakyamuni (el iluminado) llevó a sus discípulos a pasear al infierno. Caminaron y observaron el sufrimiento y el dolor de las almas inferiores. A la hora de comer, éstas se sentaron a hacerlo.

Cada alma inferior tenía palillos chinos de cinco metros de largo para tratar de levantar la comida, ya que estaba prohibido utilizar las manos. El tiempo para hacerlo era de diez minutos. Cuando intentaban llevar la comida a su boca, por la longitud de los utensilios, se caía. Volvían a repetir el proceso, pero el resultado siempre era el mismo. El tiempo se acabó y debían regresar a sus trabajos de sufrimiento completamente hambrientos.

Habiendo visto esta escena, El Buda llevó a sus aprendices al cielo, también a la hora de comer. Similar a las almas inferiores, acá contaban también con los mismos palillos chinos de cinco metros. Sin embargo, se sentaban frente a frente y llevaban la comida uno hacia el otro. Así pudieron comer todos hasta saciarse.

“Los egoístas descenderán al infierno y los que ayudan al prójimo irán al cielo. Esto es una sentencia de Dios”

Para poder comprender este dictamen, ya debe quedar claro que el infierno es una metáfora del dolor del espíritu por la culpa. Así, los egoístas, al tener pensamientos oscuros, siguen acumulando karma negativo y volverán a reencarnar para experimentar el sufrimiento que entregaron y se causaron. El que ayuda a los demás con abnegación, entrega y amor, recibe el agradecimiento de su prójimo acumulando el karma positivo necesario para recibir bendiciones y continuar con su crecimiento espiritual.

Es muy difícil ver lo bueno cuando te sucede lo malo; por ello independientemente de los sucesos contrarios y difíciles que vivamos debemos aceptarlos y continuar dando amor y ayudar. Sin embargo es mucho más exacto el auxilio cuando lo diriges a crear y despertar el “verdadero yo” de nuestros hermanos (todo ser vivo que forma parte de la creación). Recuerda siempre este precepto; esfuérzate en ello, interiorízalo y aplícalo.

Para construir aceptación, puedes utilizar la frase: “Hágase tu voluntad”. Es una oración de amor en la que le entregas tu vida a la Divinidad y debes recordar que “Un buda no entra en la reencarnación ni en el nirvana; un buda entra a este mundo para ayudar a evolucionar a nivel espiritual”.

Repite todas las noches:
Enséñame a hacer tu voluntad porque tú eres mi Dios.
Que tu buen espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos.
(Salmos 143: 10)