• 29-August-2020

3. La primera visita

El loco llegó a la morada de la bruja blanca. Su tristeza era producto de la incomprensión, pues no entendía ¿por qué se enamoró de Rodo, si sólo la vio una vez?. La hechicera lo recibió con tranquilidad diciéndole "sabía que ibas a venir", arrojó leña al fuego para conectarse con los maestros antiguos - aquellos seres de luz que habitan en planos espirituales superiores - echó las runas y respondió con una voz que retumbó en el alma del loco:

"Ustedes vienen de varias vidas pasadas. Normalmente los roles son diferentes, pero en el caso de ustedes siempre han sido amantes, por ello es que aunque sólo la viste una vez, la pudiste reconocer. Tú has sido egoísta, infiel, la has engañado y lastimado en todas esas eras anteriores y aun así ella siempre te ha amado, por eso es que estás recibiendo lo que diste, es tu karma que debes sanar. Ella también tiene su tarea, su aprendizaje, no interrumpas su crecimiento. Debes ser paciente si quieres volverla a ver, trata de comprenderte primero. No te aferres, deja que todo fluya".

"Cambia, interioriza, no seas egoísta y reflexiona. Antes de Rodo habías abandonado a una mujer. Cierra ese círculo, porque está sufriendo por ti. No es feliz aún cuando haya encontrado una pareja. Pensó en reemplazarte y no se dio su tiempo para sanar, pero esa no es tu carga, es su tarea. Despídete de la mejor manera porque ya no vas a regresar con ella; tú, ahora, has entendido que no puedes cambiar rutina o necesidad de afecto por amor verdadero y si no hubieras conocido a Rodo, hubieras seguido en lo mismo. Ella llegó en el momento indicado para cortar ese lazo físico con alguien a quien ya habías dejado de amar. Es su primer regalo para ti. Atesóralo, pero no para cambiar un grillete por otro, porque de ser así, pierde su esencia. Esa dádiva fue para liberarte y evitar que vuelvas a retroceder".

El loco agradeció a la bruja blanca por su sabiduría. Había encontrado sentido en sus palabras y aunque no las comprendía en su totalidad, sintió una paz interior que aquietó su corazón, había recibido una señal de que es el conocimiento lo que nos despierta, lo que verdaderamente buscaba. Le encantaba descubrir nuevos pergaminos similares a aquellos que se perdieron en el último incendio de la Biblioteca de Alejandría. Prometió que iba a meditar sobre todo lo que le había dicho y se despidió hasta una próxima visita.

De vez en cuando, él contemplaba el mar de su pueblo y escribía cada cierto tiempo un mensaje en la botella, dejando al viento y a la suerte su llegada a Rodas, la isla donde moraba Rodo. “Había nacido la razón por la cual el loco la llamaba “el amor de sus vidas”.

Eres el lugar al que siempre quiero volver.