Los dharmas son herramientas que nos permiten alcanzar nuevos niveles espirituales, son eternos y Dios, en su infinita sabiduría, las ha puesto a nuestra disposición para ayudarnos, primero a cambiar nuestro destino y segundo para enrumbarnos en el sendero hacia la puerta estrecha (el cielo).
La vida, se centra en dos grandes verbos: “dar y recibir” y depende de lo que guardes en tu corazón lo que entregarás al abrirlo.
Encuentra el amor en tu interior para que puedas “entregar amor”.
Rechaza el rencor para que puedas “perdonar” y continuar.
Mantente consciente de que todo tiene una razón para que puedas “agradecer”.
Enfócate para que puedas encontrar el verdadero “plan o diseño trazado”, es decir, “tu verdadera misión espiritual en esta vida”. Es muy importante que aprendas a descubrir el VERDADERO YO para que puedas encontrar el significado de tu reencarnación, en este tiempo y lugar.
Puedes practicar la “meditación” para eliminar los pensamientos de la mente y conectarte con tu interior pero también puedes practicar la “meditacción”, para aprender a aprovechar cada momento de vida regalando sonrisas y extendiendo la mano a tus semejantes.
Cuando eres un espíritu viejo (has reencarnado más de 100 veces, para dar un número significativo), tu intuición es mucho más aguda, estás preparado para que el conocimiento espiritual continúe profundizándose. Las almas viejas reconocen la infancia de las almas más jóvenes, inclusive cuando son mayores en edad física, para ambos la responsabilidad de crecer es igual. “Todos somos maestros y alumnos a la vez”, jamás olvidemos esta frase que regala humildad y respeto con nuestros semejantes.
Aprende del pasado, disfruta del presente y ten fe en el futuro.
Dharma Zen
